¿ARREMANGARSE O REMANGARSE?
Opinión: Ángel Sánchez
No pretendo un debate gramatical, porque la RAE reconoce la corrección de ambos términos. Lo que quiero exponer es la necesidad de que los representantes políticos locales se arremanguen o remangen (según prefieran) y se pongan a trabajar para hacer un poco realidad ese, hasta ahora eufemismo, tan utilizado como falto de significado programático que es el “bien del pueblo”.
El ejecutivo del Estado ha negociado, con su socio de gobierno ( y a falta de lograr los apoyos parlamentarios suficientes) los últimos presupuestos de la legislatura. Podría, simplemente, haber utilizado otras vías (el decreto) y dejar que las cuentas públicas se prorrogasen y que el gobierno que surgiese de las urnas afrontase el inicio de la legislatura con unas cuentas heredadas. Creo que la responsabilidad de los gobernantes es plantear a la ciudadanía su proyecto político para cada ejercicio, por lo que me cuesta entender que, en un contexto político-aritmético similar (necesidad de acuerdos), el gobierno de nuestro municipio lleve desde 2020 sin presentar su propuesta política y económica anual.
Que no tengamos un Presupuesto municipal se lo debemos, fundamentalmente, al gobierno de coalición que dirige los complicados y sufridos designios de nuestro pueblo, y más concretamente, al alcalde que es quien tiene la potestad de presentar las cuentas municipales anuales. La excusa es recurrente: la falta de una mayoría. . La cuestión es que se ha preferido ir “trampeando” (a través de las modificaciones de crédito) a acordar unas cuentas municipales con otros grupos ,agravando la viabilidad y estabilidad de servicios esenciales. ¿Incapacidad, irresponsabilidad, estrategia?. Cada cual que elija el término que más o que menos le guste.
Me gustaría insistir en una idea que no parece ser percibida en su verdadera dimensión: un Presupuesto municipal no es únicamente un documento administrativo donde figuran los ingresos y gastos. Es un documento político, donde el gobierno expone e identifica qué quiere hacer en esa anualidad y con qué esfuerzo económico, presentando sus prioridades. El hecho de estar desde 2020 sin presupuesto dice muy poco del gobierno, dando continuidad a esa especie de anómala inercia que parece haberse instalado en nuestra política municipal (en el período 2015-2019 no se aprobó ni un sólo presupuesto, prorrogando año tras año el aprobado en 2014).
El actual mandato prácticamente entra en su recta final (las elecciones municipales son en el mes de mayo de 2023) y quienes asuman el gobierno municipal a partir de mayo tendrán que jugar, si no se remedia, con el único recurso del “parche” presupuestario: nuevamente las modificaciones de crédito. Pero este parche no sirve para todo, y los problemas que arrastramos, no encontrarán solución a través de la improvisación y el parcheado (que tanto parece gustar a nuestra clase política gobernante).
El partido o partidos que asuman el gobierno municipal por el mes de junio “heredarán”( insisto: si nada lo remedia) una situación complicada en muchos sentidos, y a los condicionamientos presupuestarios podría sumarse igualmente la ausencia de acuerdos sobre el uso del remanente, que en su caso, se añadirá a ese vergonzoso superávit que vive el sueño de los justos en las cuentas bancarias. Por lo tanto, además de un esfuerzo sobre las cuentas municipales, sería interesante (es sarcasmo) llegar a un acuerdo mínimo para que la documentación y proyectos estén listos para utilizar ese remanente tras la liquidación del período 2022. La excusa del “no hemos tenido tiempo” se convertiría en una argucia sin sentido, pues tiempo, lo que se dice tiempo, el gobierno lo ha tenido para hilvanar tanto una propuesta presupuestaria como un plan de inversiones del remanente que salve las limitaciones temporales impuestas por ley. La cuestión no es, por lo tanto, el tiempo, sino la responsabilidad política.
En definitiva, en mi opinión, es necesario abstraerse en lo posible de la sucesión de festividades e intentar tener a principio de año, tanto un presupuesto municipal que poder gestionar hasta y a partir de junio, así como una propuesta técnica y administrativa construida para utilizar el remanente en inversiones tras la liquidación de 2022 (que debería presentarse sobre marzo-abril).
El resultado de las elecciones siempre es incierto y puede propiciar cambios en la representación política, por lo que, la no aprobación de instrumentos que posibiliten y favorezcan la normal gestión de los asuntos públicos hasta la toma de posesión del nuevo gobierno, supondría una continuación en lo que hasta hoy, a mi parecer, venimos sufriendo con resignación: los eslóganes y fotos de eventos (para la galería), amén de los “parches”, han sustituido, peligrosamente, a las políticas públicas para el bien común, mirando exclusivamente el posible rédito electoral. Y esta es una de las paradojas que, provocadas y promovidas por los representantes públicos, tiende a alejar a la gente de la política, sembrando (insisto, ya con bastante desazón) un peligroso terreno para nuestra democracia.