Ángel Sánchez

¿Elecciones de broma?

| Radio El Campello

¿Elecciones de broma?
Opinión: Ángel Sánchez

En análisis electoral, los diferentes comicios que se convocan en nuestro país son graduados en función del interés expresado en cuanto a la participación del electorado. En esa especie de ranking, las elecciones al Congreso ocupan de forma destacada el primer lugar también en nuestro municipio ( con una media superior al 70% de participación). El segundo lugar lo ocupan las autonómicas (con un 65%), el tercero las municipales (con un 63%) y el último, las europeas (no ha superado el 50%, excepto en las primeras elecciones al parlamento europeo en 1987, con un 70% y las de 2019, coincidentes con las municipales, con un 57%). En la lista de interés, Europa se ve como algo lejano. Pero, ¿realmente las elecciones europeas son tan poco importantes?.

Si repasamos las políticas que, o dependen de Europa o en las que España participa, nos encontramos con políticas comunes en materia energética ( recordar la excepción ibérica conseguida por España que consiguió rebajar el precio de la energía eléctrica respecto al resto de la Unión), políticas contra la desinformación y por mejoras democráticas, políticas agrarias comunes, industriales, fondos estructurales para la recuperación industrial y tecnológica ( de los que nuestro municipio se ha beneficiado con más de dos millones de euros), inmigración ( el Fondo de asilo y migración dotado con más de 10.000 millones de euros en un plan plurianual) o el Fondos Social europeo dirigido a políticas sociales. Por lo tanto, votar en éstas próximas elecciones europeas, no sólo es un ejercicio de ciudadanía europea, sino una forma de condicionar las políticas que emanan desde el parlamento y la Comisión, que hoy preside Ursula von der Layen con el apoyo de liberales y socialdemócratas.

La emergencia de posiciones que, tras la palabra “libertad” esconden ( sin rubor) posiciones antieuropeas y de políticas ultra neoliberales, pueden poner en riesgo el todavía desigual y asimétrico Estado del bienestar que hoy tenemos e impedir avanzar hacia una Europa más común en derechos y libertades.

Y en éste contexto, la broma puede ser que nos afecte durante los cinco próximos años si, como ha insinuado la candidata del Partido Popular Europeo (y el líder de la derecha española) está dispuesta a llegar a acuerdos con la ultraderecha neocon e iliberal. Ursula von der Layen quizá ha llegado a la conclusión que, si por ejemplo en España la derecha que forma parte de su partido en Europa ha decidido normalizar a la extrema derecha, porqué ella no iba a hacerlo. La coalición no tendría continuidad si la fuerza de socialdemócratas se ve afectada y, por consiguiente, las políticas progresistas podrían ser sustituidas por una retracción de derechos y libertades, tal y como ha sucedido en las comunidades autónomas gobernadas por las coaliciones donde han entrado los ultras.

Si la combinación derecha-extrema derecha sale reforzada de las elecciones, el concepto de justicia social, tan denostado y criticado por la derecha iliberal ( que olvida, convenientemente, que sin justicia social la libertad está incompleta) será sustituido por el de la competitividad, y en ese conflicto los perdedores siempre seremos los mismos: los y las trabajadores y trabajadoras. Porque, afortunadamente, la coalición entre liberales y socialdemócratas es la que ha propiciado, por ejemplo (e insisto) la excepción ibérica en materia energética en una situación de crisis provocada por la guerra de Ukrania, la creación de fondos europeos para la recuperación económica ( de los que nuestro municipio se ha beneficiado en más de dos millones de euros) o la coordinación para la vacunación masiva durante la pandemia. Las políticas socialdemócratas son las que pueden hacer de Europa ese Estado Federal donde los derechos sociales y económicos sean la prioridad frente a los financieros.

El posible voto del cabreo no puede obviar la realidad que nos afecta a las clases trabajadoras, que necesitamos más libertad, pero menos sometimiento para ser más libres. Y las políticas neoliberales ya las hemos sufrido en nuestras vidas durante la crisis financiera de 2008 cuando se salvó a los bancos dejando en el camino a mucha gente.

La libertad es lo más importante, pero no se puede ni se debe olvidar, que la libertad, como meta final está jalonada de niveles que, o se cumplen, o esa libertad siempre será incompleta. Y en esos niveles está la seguridad, sí, pero también la sanidad pública, la educación, los servicios sociales, el desarrollo sostenible y no depredador o la igualdad. Personalmente creo que vale la pena votar el próximo 9 de junio, intentando abstraernos del ruido cada día más alienante de la pseudopolítica y la pseudoinformación, pensando en esas políticas de las que podemos beneficiarnos como miembros de un club que históricamente ha significado libertad con justicia social.

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