CELEBREMOS LA CONSTITUCIÓN.
Opinión: Ángel Sánchez
El patriotismo no es un sentimiento natural, sino uno que debe ser promovido por las leyes, el buen gobierno y la participación en la vida pública. Es un sentimiento que nos hace sentir que pertenecemos a un mismo país con otros ciudadanos como nosotros y cercanos a nosotros.
Una gran parte de la ciudadanía se siente saturada de tanta crispación, le cuesta comprender cómo las energías de los políticos electos no se concentran en abordar, prioritariamente, los problemas sanitarios y económicos del país. No deja de ser grotesco contemplar, en el Congreso y otras instituciones representativas, así como en los medios de comunicación, cómo los representantes públicos se enzarzan, no para contrastar propuestas, ni políticas de interés colectivo, sino para seguir dándole forma a ese relato de buenos y malos patriotas.
La creación artificiosa de sentimientos de identidad basados en relatos “gloriosos”o en mera retórica, se enfrenta a un debate estéril, pues en la discusión lo que se cuestiona no son las políticas, sino un cúmulo de imágenes simbólicas, cuestionando abiertamente los principios de convivencia que recoge nuestra Constitución. Solo se precisa recurrir al artículo primero del texto emanado de las Cortes constituyentes para tener los argumentos suficientes como para sentirse patriota, no desde esa adhesión meramente simbólica a una identidad, sino por los objetivos de convivencia, tolerancia, diversidad y libertad que nuestro texto constitucional consagra:
“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Frente a la dinámica de exclusiones, basada en la construcción de bandos irreconciliables, me permito reivindicar lo que escribió, en el vigésimo quinto aniversario de nuestra Carta Magna, el que fuera presidente de las Cortes, catedrático de filosofía del derecho y uno de los “siete padres” de nuestra Constitución, en el vigésimo quinto aniversario de nuestra Carta Magna escribió:
“… nuestro proyecto expresa así el intento más serio y casi definitivo, por hacer posible la convivencia entre los plurales sentidos de patria y de constitución.”
En los tiempos de crispación y polarización política que vivimos, reivindicar esa convivencia entre plurales en el marco constitucional es el mayor y mejor argumento para defender el patriotismo cívico y constitucional. Como Maquiavelo (siempre malinterpretado por descontextualizado) señaló, “el amor a un país es una fuerza moral que hace a los ciudadanos capaces de entender en que consiste el bien común y los motiva a alcanzarlo.
Celebrar nuestra Constitución, no sólo debe ser un día festivo, sino igualmente reivindicativo de esos principios que dan sentido a nuestra convivencia. Mi convicción patriota se basa en el reforzamiento del sentimiento de fraternidad que inevitablemente mantendrá unidas a las personas mediante la convicción sobre sentimientos e ideales expresados en un proyecto de futuro compartido.
Frente al patriotismo de relatos difusos y la apropiación partidista de los símbolos de todos y todas, personalmente reivindico el patriotismo cívico y constitucional. Patriotismo del que habló Sternberger y posteriormente J.Habermas unido, inexorablemente,a los valores republicanos que contienen las constituciones democráticas, merced a los cuales los individuos se convierten en ciudadanos libres e iguales ante la ley, con respeto a los derechos humanos, la libertad, la igualdad y a las reglas de juego democráticas
El día 6 de diciembre, celebremos nuestra Constitución recordando que no es un documento labrado en piedra, sino una norma de convivencia que requiere de exigencias, pero también de convicciones para que no sea, ni un arma arrojadiza ni papel mojado.