La “cara oculta” del ‘porno’: otra forma de violencia contra la mujeres y las adolescentes
Opinión José Manuel Grau
Aprovechando la proximidad del 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, viene muy al caso un reciente estudio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, el cual recoge unos datos escalofriantes, y que nos deben llevar a reflexionar sobre la importancia de evitar que los niños y adolescentes accedan a contenido pornográfico (Queridos padres y profesores, tenéis por delante una difícil pero necesaria tarea): El consumo de material pornográfico por parte de los adolescentes ha supuesto un aumento del 116% de las agresiones sexuales.
Este mismo estudio señala que el 76,25% de los adolescentes consumen ‘porno’ duro. Asimismo, el 50% de los niños de 11 a 13 años ha visto pornografía en Internet. En España, la edad media para el primer contacto con el ‘porno’ se encuentra entre los 9 y los 11 años. El 30% de los adolescentes acceden a contenidos +18 de forma accidental. 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía de forma frecuente; el 94% de ellos lo hace desde el móvil. Son datos duros, pero objetivos, extraídos todos de estudios e informes oficiales. No en vano, en las últimas semanas estamos viendo varios casos sorprendentes de menores que ‘desnudan’ a otras o casos similares.
Y esos datos son igual de ciertos como que en la actual pornografía el 89% de los vídeos muestran agresiones físicas o verbales, que el 76,25% de los adolescentes consumen sobre todo ‘porno’ hardcore y que las agresiones sexuales cometidas por menores aumentan un 116% en los últimos 5 años, siendo uno de los motivos principales el acceso precoz a los contenidos para adultos.
Si todos esos datos se juntan se desprende una única y contunde realidad: la tecnología (representada en la pornografía) es la principal y gran culpable de la violencia sexual entre los menores.
La tecnología facilita de manera exponencial el acceso a contenidos pornográficos gratuitos a edades muy tempranas. Estamos hablando que, aunque sea de manera accidental, hay niños de 9 años que llegan a ese tipo de contenidos. Si el relato sexual que reciben es el pornográfico, lo que aprenden es la sexualización, la cosificación, incluso la violencia en el acto. Y esos menores, a diferencia de la mayoría de adultos que consumen ese contenido, no saben que eso que ven no es la realidad. Porque sí, en el ‘porno’ hay violencia y desigualdad y no hay comunicación y no hay debate sobre lo que le gusta al otro.
Además, desde muy pequeños empiezan a desarrollar una relación con el sexo que, en el momento en el que empiecen a tener contacto con él, aparte de que muy probablemente va a ser violento, va a convertirse en una relación adictiva. La realidad nunca se va a parecer a lo que ven en esos vídeos. Este fácil acceso a los contenidos pornográficos es lo que explica que estemos viendo generaciones de adolescentes y niños más agresivos sexualmente, porque inconscientemente y a través de internet han aprendido unos patrones que no son los correctos.
La pornografía, como puede verse claramente, tiene una relación directa con el aumento de la violencia contra la mujer, especialmente entre los menores, que desarrollan pensando que esa es la realidad. De formas más o menos explícitas, en el ‘porno’ se potencian los tópicos sexistas, se erotizan la sumisión y entrega de la mujer, y a la vez que se potencia la agresividad y el dominio en el hombre.
La solución está en una buena educación sexual cuanto antes. Hay que saber que el acceso a Internet es casi inevitable y hay que actuar en consecuencia. Hay que explicarles cuanto antes la realidad: padres y profesores, salvad a vuestros hijos y alumnos, respectivamente, de este mal objetivo para su desarrollo como personas y tan dañino contra las mujeres y adolescentes.