SUMA Y SIGUE
Opinión: Ángel Sánchez
No sé si tuvieron la oportunidad, o quizás el interés de escuchar la última sesión ordinaria del Pleno municipal. La verdad es que, a parte de algún detalle de relativo interés, el órgano soberano de nuestra representación política municipal parece vivir en el día de la marmota (con perdón por la referencia cinematográfica de antemano: tema central de una entretenida película del año 1993 protagonizada por Bill Murray).
Cuando no son los reconocimientos de facturas de obras, servicios o suministros realizados fuera de contrato (extrajudiciales), son reinicios de procedimientos de adjudicación que, cual embutido pendiente de cura, permanecen colgados en el tiempo esperando su maduración. Y mientras tanto, la ciudadanía sigue divirtiéndose que, aunque no es una contradicción, si parece ser el único argumento con el que el actual gobierno pretende “convencer” a las buenas gentes de El Campello para que les renueven, e incluso incremente, su apoyo electoral dentro de sólo unos meses.
En esta ocasión, dos temas centraron mi atención. El primero, la aprobación (¿aprobación, ahora?) de la continuidad del servicio de limpieza de edificios públicos vencido en 2019 y pendiente (¿pendiente?) de aprobar su continuidad, por necesidades evidentes.
El que en 2021 el informe de reparos emitido por el departamento de intervención y contratación no fuese levantado parece extrañar a propios y extraños en nuestra corporación municipal. Pero si en su momento las consideraciones técnicas adolecían de argumentos jurídicos, ¿no se debería (como hipótesis) a que la organización de los Centros gestores no era la adecuada? La evidencia parece tomar forma de nuevo: la organización municipal hace aguas. Y los “paganos” (no en su acepción de adoradores de falsos dioses según la ortodoxia dominante, sino de pagar las consecuencias) siguen siendo los mismos: los servicios que se prestan a la gente. ¿Y la gente, qué dice? No mucho, ciertamente. Y esto es con lo que parece contar el actual gobierno para seguir construyendo un relato que les sitúe en mayo de 2023 como “la única” solución posible de gobierno.
En segundo término me llamó la atención que se llevase a aprobación la primera de las obras recogidas por el programa EDIFICANT para centros educativos públicos: la ampliación del IES Enric Valor. Y me llamó la atención porque, como se dijo en la sesión plenaria, otros municipios ya han finalizado una gran parte de las obras de este plan y ahora se dedican a ampliarlas con, por ejemplo, centro de formación profesional. ¿La primera de las obras?: si, la primera de una relación bastante amplia donde se recogían, por ejemplo, las mejoras en los centros de educación primaria, la construcción de gimnasios y accesos, etc. ¿Razón? Vaya usted a saber: desidia política, desorganización, descoordinación, etc. Lo cierto es que así andamos sin que la comunidad educativa, de forma colectiva, haya puesto todavía el grito en el cielo (el AMPA del CEIP Plá Barraques ya ha dicho un primer “basta ya”)
Es difícil para la gente corriente entender la magnitud del problema político y, por ende, organizativo que sufrimos en El Campello. Más mal que bien, la policía sigue patrullando el municipio, los residuos siguen retirándose de la vía pública, las farolas se encienden al atardecer y los centros públicos siguen abriéndose. Pero el problema es tal, que quien pretenda postularse para gobernar nuestro municipio (evidentemente no el actual partido y su socios “gatos chinos”), va a encontrarse gravísimas complicaciones, no para poner en marcha políticas diferentes, sino siquiera para gestionar el día a día. ¿Negativo, pesimista? Ya me gustaría no ser ni lo uno ni lo otro, pero la realidad nos remite a un futuro a corto y medio plazo sumamente complicado por romper, en lo posible, ese halo de pesimismo.
La gente no se entera de casi nada, no porque no tengan interés, sino porque el relato (hegemónico) que se intenta transmitir, de pueblo dinámico y vivo, a través de la intensa campaña de marketing en redes, centra los esfuerzos comunicativos del gobierno sin que exista otro (siendo un poco “gramsciano”: contrahegemónico). Ocio, eventos y vender la gestión ordinaria como extraordinario resumen, para mí, ese intento. Pero la percepción puede ser diferente en función del prisma personal, ideológico o político desde el que se mire. El problema es que no hay un relato alternativo que contrarreste el oficial, y eso, si es un problema.
La gente, para poder entender la magnitud del problema, necesita información. No solo cifras y datos (que, evidentemente, también) sino hechos. La pedagogía política debe acompañar a la denuncia, pues de lo contrario, todo parece estar inmerso en ese difuso escenario de la lucha por el poder, sin más.