¿De quién es el Monasterio de Santa Faz?
Opinión. Pascual Rosser Limiñana
¿De quién es el Monasterio de Santa Faz? Sin pensarlo mucho, diría que del pueblo alicantino porque sus gobernantes locales dieron amparo desde el principio a esta reliquia y cobijo a la comunidad religiosa que la custodia desde entonces.
Y si lo pienso dos veces, me cuestiono la anterior respuesta que, por cierto, sería la más lógica. Sé que han corrido ríos de tinta sobre este asunto, que hay opiniones encontradas sobre él, y que levanta pasiones de unos y de otros defendiendo su postura. Deje que tire de hemeroteca, verá que hay muchas sorpresas al respecto.
Pero antes, diré unos datos históricos que sitúan la Santa Faz en Alicante desde el siglo XVI, ese paño de lino con la cara de Jesucristo con marcas de sangre, camino del calvario. Ya le he contado en este periódico que lo trajo Mosen Pedro Mena para alejarlo de ambiciones de unos y de otros en Roma y en Venecia. Ya en tierras alicantinas se produjeron varios milagros relacionados con esta reliquia que marcaron para siempre la veneración del pueblo hacia esta Santa Faz.
Se le tiene tanto apego, tanta devoción, que su romería es la más popular que hay en España después de la del Rocío. Cada año más de 200.000 peregrinos acompañan a la Santa Faz hasta su Monasterio desde la Concatedral de San Nicolás en la capital alicantina.
Pero permita que vuelva a algo tan material como conocer de quien es la propiedad del Monasterio mencionado que, no es tan importante como la propia veneración de la Santa Faz, pero que tiene su enjundia. Ahora verá.
Vayamos a los inicios de todo esto, que tiene peso. Así, el 5 de febrero de 1518 se firmó un documento entre el Consell de Alicante (Ayuntamiento) y la “molt ilustríssima reverent e virtuossísima Señora Abadesa de Santa Clara de Gandía”, para que esta Congregación se hiciese cargo del Monasterio y de la custodia de la Santa Faz.
Muchos siglos después, Enrique Cutillas Bernal, nombrado Cronista de la ciudad de Alicante por el alcalde Luís Díaz Alperi, fue siempre defensor de la municipalidad del Monasterio. Demostró que la titularidad del suelo y del Monasterio debían ser de la ciudad. Su hijo Enrique Cutillas heredó esta reivindicación. Sostiene que las clarisas se instalaron en el Monasterio, que se redactó un documento de donación a estas religiosas, pero reservándose el Consell de Alicante (Ayuntamiento) el patronazgo de este Monasterio a perpetuidad. Hay más.
Entonces, ¿qué pasó para discutir lo contrario? Parece ser que el obispo Barrachina apropió para la Iglesia esa propiedad aprovechando una argucia legal. Así, en diciembre de 1979 ese obispo hizo una certificación para que la propiedad quedara a nombre de las monjas Clarisas que custodian la Santa Faz. Al parecer se inscribió en el registro de la propiedad a espaldas y desconocimiento del alcalde Jose Luís Lassaleta y de aquella corporación municipal.
Es un asunto que sigue caliente. Vea. Por su parte, el 29 de noviembre de 2018 los partidos de izquierda con representación municipal aprobaron – por medio de una moción – la constitución de una comisión no permanente para estudiar la posibilidad que el Monasterio volviera a ser titularidad del Ayuntamiento de Alicante. Argumentaban que al marcharse las Clarisas por voluntad propia habían roto cualquier acuerdo asumido con anterioridad sobre esta cuestión. Por su parte, Luis Barcala, alcalde de la ciudad, manifestó que la inmatriculación se inscribió conforme a la donación de 1518 a nombre de las Clarisas y que, después de 40 años de esta, no se podía revertir la propiedad del Monasterio a titularidad pública y al Ayuntamiento.
Pues ya ve, con la iglesia hemos topado. Para que nadie se apropie de esta frase, que de esos hay muchos avispados, le digo que esto dijo Don Quijote de la Mancha. Se la recuerdo, que por Cervantes bien merece un alto en el camino. Narró que Don Quijote y Sancho entraron de noche en Toboso buscando el palacio de Dulcinea. A tientas se toparon con un edificio muy noble, de grandes proporciones, pero no era lo que buscaban en ese momento. Don Quijote dijo “con la iglesia hemos dado, Sancho”, Pues eso.
Ya queda claro de quien es el Monasterio de la Santa Faz en Alicante. Barcala destacó en el pleno del 2018 citado que la reliquia es propiedad del Patronazgo y, por tanto, de la ciudad de Alicante, y que se debe distinguir entre patrimonio y tradición religiosa. Todos contentos, cada uno lo suyo. Aunque esto seguirá dando que hablar, ya se lo digo yo. Para unos por lo injusto de la inmatriculación mencionada, para otros por todo lo contrario. Pero, cuando hay necesidad ¿quién es el que realmente sale al rescate de la comunidad religiosa que custodia la reliquia?
Y a todo esto, ¿quiénes son las que actualmente viven en el Monasterio, guardan y custodian la Santa Faz? A partir del 2 de julio de 2019 tomaron posesión del Monasterio la Comunidad de Canónigas Regulares Lateranenses de San Agustín del Monasterio de la Preciosísima Sangre de Cristo de Alicante (monjas de la sangre), sustituyendo a la Orden de Hermanas Clarisas franciscanas, para continuar con la misión de guardar, custodiar y venerar el santo lienzo de la Santa Faz. Este proceso concluyó el 29 de julio de 2020 cuando la Santa Sede concedió el traslado de sede de la comunidad religiosa mencionada pasando a llamarse del Monasterio de la Santa Faz.
Son once monjas de la sangre las que están siempre en el monasterio con edades comprendidas entre los 34 y los 93 años. Tres son originarias de la ciudad de Alicante, otras tres de la Vega Baja, una del País Vasco y cuatro de Filipinas. Las necesidades de la vida en el monasterio las cubren a través de donaciones, la venta de recuerdos en la tienda que hay junto a la sacristía de la iglesia y de repostería artesanal que hacen las monjas de clausura. Muy buenas, tengo entendido. En la pasada festividad de los Reyes Magos hicieron roscones, que de dulces también se vive. En el exterior del convento reciben ayuda de voluntarios. Desde hace diez años este servicio lo realizan miembros de la Asociación Nacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Faz y Verónica, presidida por el alicantino Jaime Cortadellas, inicialmente con la Comunidad de las Clarisas. Desde que la actual Comunidad de Monjas de la Sangre se hizo cargo de la custodia de la Santa Faz se unieron a este voluntariado también miembros de la Hermandad del Divino Amor y la Virgen de la Soledad, además de diversas personas de los alrededores principalmente del cercano pueblo de San Juan. En la actualidad hay unos cincuenta voluntarios realizando esta labor los domingos y desde el jueves a este la semana de la romería de la Santa Faz.
Ya ve, por unos o por otros, estas monjas no están solas, el pueblo de Alicante las arropa de la mejor manera posible, acompañándolas la semana de romería, los domingos durante la misa en la iglesia del Monasterio, además de visitarlas desde la reja que las separa de su clausura y el mundo exterior. Hace años tuve la oportunidad de solicitar y visitarlas en ese recibidor y si para ellas las visitas son una grata excepción, para nosotros también fue gratificante conversar con ellas.