La derecha y el arte de culpar al otro.
Opinión: Ángel Sánchez
Hay una estrategia que la derecha española ha perfeccionado con el tiempo: culpar al otro. No importa qué tragedia ocurra, qué error se cometa, qué negligencia se arrastre: el relato siempre termina señalando al gobierno central, al enemigo ideológico, al “maligno” de turno. Es una táctica tan vieja como eficaz, especialmente entre quienes prefieren reafirmar sus prejuicios antes que enfrentarse a los hechos.
El 11M fue el primer gran ejemplo de esta estrategia moderna. A pesar de que las evidencias apuntaban desde el primer momento a Al Qaeda, el gobierno del PP insistió en culpar a ETA. ¿Por qué? Porque reconocer la verdad habría desmontado su relato de seguridad y afectado sus opciones electorales. La mentira fue tan burda como peligrosa.
Luego vino la guerra de Irak, vendida con el cuento de las armas de destrucción masiva. Otra falsedad, otra tragedia, otra excusa para justificar lo injustificable, para señalar a otros las miserias propias.
Y qué decir del Yak-42, donde la negligencia institucional se escondió tras una cortina de humo. ¿La culpa? Del avión. Del azar. De todo menos de quienes tomaron decisiones irresponsables.
Durante la pandemia, miles de personas murieron sin atención médica en Madrid. La respuesta oficial fue tan cruel como reveladora: ¿“Se iban a morir igual”?. Las competencias sanitarias eran de la Comunidad de Madrid, pero el relato se construyó para culpar al gobierno central. ¿Por qué asumir responsabilidades cuando se puede fabricar un perverso y avieso enemigo?
Cuando la DANA arrasó parte de la Comunidad Valenciana, el PP no tardó en señalar a Pedro Sánchez. ¿El detalle incómodo? Las competencias en emergencias eran autonómicas (Y así lo afirmó incluso el ínclito Mazón anteriormente). Pero eso no importa cuando el objetivo era, es y será siempre, sembrar confusión y fidelizar al votante acrítico, dócil, sumiso pero, eso si, todo un patriota que ondea la bandera como si eso fuese a salvar al país.
Hoy, con la península ardiendo, la historia se repite. El PP exige la intervención del ejército, olvidando que fueron ellos quienes criticaron la creación de la UME bajo el gobierno de Zapatero. Olvidan también los recortes sistemáticos en personal de emergencias, en prevención, en recursos forestales que han perpetrado en las comunidades donde gobiernan. ¿Y la culpa? Por supuesto, del gobierno central.
Esta estrategia funciona porque hay quien prefiere un mensaje que reafirme sus prejuicios antes que enfrentarse a la verdad. No es un insulto llamar necio a quien se niega a pensar, a quien repite consignas sin cuestionarlas. Es una descripción. Y es hora de que esa comodidad intelectual deje de ser la excusa para justificar la irresponsabilidad política, es el momento de ver la luna y no el dedo que la señala.
España necesita una oposición seria, responsable, que no se esconda tras cortinas de humo. Necesita políticos que asuman sus errores, que no mientan , que no se escondan y sus responsabilidades. Y necesita ciudadanos que exijan rendición de cuentas, no relatos prefabricados. Porque si seguimos permitiendo que la culpa siempre sea del otro, el país entero se convierte en víctima de una mentira perpetua.