ENEMIGOS CONVENIENTES
Opinión: Ángel Sánchez
Junto a la deriva secesionista del nacionalismo catalán, la aparente incapacidad explicativa de la izquierda, están configurando el escenario “ideal” para que en caso de una repetición electoral, la derecha salga reforzada. Quizá sea éste el objetivo de los partidos nacionalistas: tener un enemigo que incremente su legitimidad ente su electorado. Porque también la cuestión va de eso: de intereses electorales.
En Euskadi Bildu y PNV van a competir en las urnas aproximadamente en abril o mayo del próximo año y quizá septiembre sea el mes en el que en Catalunya se celebren las elecciones autonómicas. Esto, evidentemente, condiciona su “participación” en la investidura y propicia que se tense la cuerda respecto al apoyo a la candidatura de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno.
Las posiciones maximalistas, principalmente de los partidos nacionalistas catalanes, creo que tienen como principal objetivo reforzar su electorado, máxime después del resultado que tanto Esquerra Republicana como Junts obtuvieron en los comicios generales del pasado mes de julio ( donde la suma de Esquerra y Junts fue del 24,3; más de diez puntos por debajo del PSC).
A los partidos nacionalistas con deriva soberanista les ha ido mucho mejor, electoralmente hablando, con gobiernos de derechas que con gobiernos de izquierdas, por lo tanto, en mi opinión, la investidura del candidato del PSOE no será posible, ni siquiera con una aceptación más o menos tácita de los postulados maximalistas que Esquerra y Junts plantean: los partidos nacionalistas catalanes quieren una aceptación explícita o, como ellos han dicho, “doblegar” al gobierno del Estado. Y aunque esto se produjese, la investidura no significaría en absoluto un gobierno viable, sino un ejecutivo débil, absoluta y completamente condicionado, cuya duración sería corta al ser imposible, por ejemplo, la aprobación de unos Presupuestos del Estado. Por lo tanto, ¿vale la pena el impás en el que nos encontramos, donde los únicos argumentos (poco explicativos) son los de los límites constitucionales?.
El PSOE, como principal protagonista de la investidura, se juega algo más que la presidencia: se juega su propia credibilidad como organización progresista mayoritaria. La derecha, incapaz de dialogar con alguien más allá de su ala ultra, y sabiendo que la investidura a la que va su candidato será fallida, está armándose para ser la única alternativa “patriótica” en una repetición electoral. La estrategia de apropiación del patriotismo constitucional es posible que le de rédito, pese a la falacia de origen sobre la “ruptura de España”. El PSOE, y la izquierda en general parece que hayan renunciado a explicar su proyecto, dedicándose a hablar con referencias poco claras tanto a los límites de las negociaciones con los grupos parlamentarios nacionalistas para la investidura, como sobre las políticas que sustentarían un próximo gobierno de coalición.
En mi opinión, esa ausencia explicativa está dejando un terreno favorable a la derecha en una hipotética (en mi opinión, algo más que hipotética) repetición electoral: las encuestas y sondeos apuntan a un resultado claramente favorable al PP, mediante la absorción del voto a su extrema derecha. Este podría ser el objetivo final de los partidos nacionalistas, tanto por el incremento de legitimidad de sus posibles posiciones futuras (al tener enfrente a un futuro gobierno estatal radicalmente centralista) como a corto plazo por el refuerzo de su electorado frente a sus adversarios territoriales. Tener como interlocutor a un gobierno progresista dispuesto a dialogar no le va bien al nacionalismo soberanista.
Respecto al PSOE, creo que la hoja de ruta se definió ya en 2013 en la Declaración de Granada sobre la apuesta federalista que los socialdemócratas planteábamos a la sociedad como vía para la profundización de la descentralización y el autogobierno en una realidad nacional plural. Creo que no tener ese documento como planteamiento de máximos y, por consiguiente, límite a las pretensiones nacionalistas es un error, pues la apariencia es que los dirigentes socialdemócratas podrían estar dispuestos a mayores cesiones a cambio de un poder que, por otro lado, sería (insisto) altamente inestable y presumiblemente poco productivo en cuanto a políticas de progreso y bienestar.
Igualmente, no tener sobre la mesa de esa futura negociación ese documento, beneficia que algunos “viejos socialistas” se expresen vehementemente (e irrelevante, menos para la derecha) sobre las intenciones (sin concretar) de la dirección del PSOE, olvidando (creo que en algún caso, de forma interesada) que el federalismo es una de las esencias del PSOE, concretado y plasmado, insisto, en la Declaración de Granada, en nuestros documentos congresuales y nuestros programas políticos.