Un alicantino retratado por Velázquez
Opinión. Pascual Rosser Limiñana
¡Un Alicantino retratado por Velázquez! Nada menos. ¿Dónde? En uno de sus cuadros más nombrados. Pintado en su época de madurez. Representa un acontecimiento de la historia de España, más famoso aún gracias a este cuadro. Es ese que llaman de “Las lanzas” porque hay muchas. Tiene su motivo, ya verá. Supongo que ya sabe a cuál me refiero. Efectivamente, un alicantino aparece retratado en el cuadro de “La rendición de Breda”. Pintado en 1635, inspirado por la comedia “El sitio de Breda” de Calderón de la Barca. Todo suma para unir voluntades y hacer una gran obra con la influencia de muchos.
El cuadro fue un encargo del rey Felipe IV para decorar el Salón de los Reinos situado en el Palacio del Buen Retiro, junto con otros cuadros de temática conmemorativa. Actualmente puede verlo en Madrid en el Museo del Prado, una de las pinacotecas más importantes del mundo.
¿Cómo es eso, quién era ese personaje para estar retratado en cuadro tan conocido, cuál era su categoría, su prestigio y su reconocimiento?
“La rendición de Breda” muestra – en una imagen central – a Justino de Nassau cuando entrega las llaves de la ciudad al genovés Ambrosio de Spínola, nombrado este por el rey español Felipe IV como jefe en la batalla contra los defensores de Breda. A Spínola le acompañaban otros generales españoles como el Marqués de Leganés o Carlos Coloma, todos militares de reconocido prestigio. Si se fija, le estoy dando pistas de quien es el protagonista de esta crónica. Ya lo he dicho y quizá no se haya dado cuenta. No se trata de buscar a Waly, ya me entiende, es más sencillo. Sigamos. Permita que continúe.
La defensa de Breda fue heroica, reconocida así por los vencidos y por los vencedores. Justino de Nassau rindió la ciudad al ejército español de Ambrosio de Spínola el 5 de junio de 1625. La heroicidad, valentía, arrojo en defender su bandera por parte del ejército de Nassau, fue reconocida por los españoles vencedores de esta batalla. Prueba de todo esto es que el enemigo de Spínola fue tratado sin humillación. Y esto lo refleja Velázquez en este cuadro cuando Spínola impide a Nassau que se humille arrodillándose para entregar dichas llaves. Un gesto de caballerosidad a su enemigo vencido que hace grande a quien lo permite y a quien lo recibe.
Este gesto es recogido por Calderón en su obra “El sitio de Breda”. Vea. Justino manifiesta que “aquesta las llaves son de la fuerza, y libremente hago protesta en tus manos que no hay temor que me fuerza a entregarla, pues tendría por menos dolor la muerte”. A lo que contesta Spínola que “Justino, yo las recibo, y conozco que valiente sois, que el valor del vencido hace famoso al que vence. Y en el nombre de Filipo Cuarto, que por siglos reine, con más victorias que nunca, tan dichoso como siempre, tomo aquesta posesión”.
En el cuadro destacan las lanzas, más en número las del ejército español que las de los Países Bajos, destacando la superioridad militar y estratégica española.
En toda la escena hay una serie de retratos de personajes que el pintor destaca, entre ellos el del propio Velázquez a la derecha de uno de los caballos visto el cuadro de frente. Como el de nuestro protagonista. Ahí está arropado entre otros ilustres caballeros. En tercera fila detrás de Spínola. Su nombre ya se lo he mencionado antes. Es Carlos Coloma, hijo del Conde de Elda. Toma, ¿le sorprende?
Veamos algunos apuntes de la biografía de Coloma. Apasionante, en su contexto histórico, en la evolución de su carrera militar, con una vida plena de servicio a su rey y a España.
Carlos Coloma (1566-1637) nació en Alicante el 5 de febrero de 1566, hijo de Juan Coloma y Pérez Calvillo y de Isabel de Saa. El mismo día de su nacimiento fue bautizado en la iglesia de Santa María. Como si quiera ser alguien pronto, para emprender los designios de Dios y de su patria, que fueron muchos. Con sus padres pasó largas estancias en Elda donde su progenitor era Conde.
De espíritu inquieto, Carlos Coloma fue militar, diplomático, escritor, historiador, … Con catorce años ya ingresó en el ejército. Sería el principio de una vida de servicio plagada de éxitos de diverso tipo. Participó en multitud de contiendas en los campos de batalla en Portugal, Sicilia y Flandes. Por sus éxitos militares fue nombrado Maestre de Campo y Caballero del hábito de Santiago (1597). Se le nombró Capitán General de los Condados del Rosellón y de la Cerdaña (1606), así como Virrey de Mallorca (1616-1617). En varias ocasiones fue embajador plenipotenciario del rey de España en la Corte inglesa (1604, 1622, 1624). De regreso a Flandes participa en el Sitio de Breda con Ambrosio de Spínola (1625) y en la defensa de Amberes contra los franceses (1632). De Flandes pasó a Italia a tomar posesión de diversas responsabilidades, hasta que volvió a la Corte en Madrid siendo nombrado miembro del Consejo de Estado y de la Guerra (1636-1637), falleciendo a los 60 años el 23 de octubre de 1637. Ya ve, no se aburría, ni lo hacían los que le acompañaban en sus hazañas.
Destacó también como escritor. Su experiencia militar le ayudó a redactar su obra “Las Guerras de los Estados Bajos. (1588-1599)” publicado en 1622. En su prólogo manifiesta “… no haber tenido los españoles que han militado en Flandes tanto cuidado de escribir sus hazañas, como de hacerlas”. Este libro y la traducción del latín de los “Anales de Tácito” (1629) le granjearon una merecida fama, a la que se sumó su libro “El socorro de Valença del Po” (1634).
Casó en Flandes con Margaretta van Liedekerke se cree que en un año del decenio de 1590 a 1599. Tuvieron una abundante prole.
Hoy se le puede considerar el mayor representante de la Casa Condal de Elda y uno de los militares de más prestigio del Siglo de Oro español. Si quiere saber más de Carlos Coloma, busque su biografía en la Real Academia de la Historia, encontrará más datos de tan singular alicantino.