Pascual Rosser

No es lo mismo estar dormido que durmiendo

Opinión. Pascual Rosser Limiñana

| Radio El Campello

No es lo mismo estar dormido que durmiendo
Opinión. Pascual Rosser Limiñana

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Ahora que los parlamentarios están de vacaciones forzosas se me antoja echar la mirada hacia atrás y recordar algunas anécdotas del parlamentarismo en España.

Me disculpará por el título de este nuevo artículo, si no le gusta, pero su fundamento, ya verá.

Lo tiene por lo mucho que arde la calle. No sólo por el calor asfixiante, sino por la sensación de desgobierno que se respira en la ciudadanía después del desastroso resultado electoral del PSOE en las últimas elecciones municipales y autonómicas. Muchos son los problemas que se van acumulando sin remedio y vienen de antes de esas elecciones. La carestía de la cesta de la compra; la falta de criterio en el reparto territorial del agua; la inseguridad ciudadana; la falta de seguridad jurídica con la vivienda y la complacencia con los okupas; el paro juvenil, la caída de credibilidad de Pedro Sánchez en el PSOE generando no pocos problemas en la gobernabilidad del país, el más aún preocupante descrédito a nivel internacional; … No quiero ser alarmista. Algo se habrá hecho bien, pero cuesta encontrarlo.

Y lo tiene ahora que Pedro Sánchez ha puesto de vacaciones a los diputados al adelantar las elecciones generales después del batacazo del PSOE en las últimas elecciones citadas. Claro que luego habrá que constituir la composición del nuevo Congreso y Senado, y los sacará de la playa para volver al escaño. Qué injusticia… Aunque más lo es para todos a los que las elecciones del 23 de julio les interrumpen sus vacaciones ya programas para volver a tiempo a su colegio electoral y votar como es debido. ¿A quién se le ocurre poner las elecciones en fecha tan descabellada? Ya lo sabe, al actual presidente del Gobierno.

No es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo. Esta frase no es mía, permita que le cuente su origen. La recordará. La dijo Camilo José Cela en el Senado. Fue designado como senador por el Rey Juan Carlos en los inicios de la llamada Transición española. La anécdota completa se la recuerdo en breve. Pero lo que no sabe es su verdadero origen. Enseguida le desvelo el misterio.

Ahora que los parlamentarios están de vacaciones forzosas se me antoja echar la mirada hacia atrás y recordar algunas anécdotas del parlamentarismo en España.

Hay escritores que dedicaron muchos ríos de tinta para narrar crónicas parlamentarias jugosas, como Benito Pérez Galdós, Azorín o Fernández Florez. Más reciente recordará a Luís Carandell. Todos ellos lo contaron a su manera y dejaron por escrito sus sensaciones.

A ver cómo lo hago, hay mucho que contar. Azorín, escritor alicantino del que este año se conmemora el 150 aniversario de su nacimiento, decía que Maura era el mejor orador del Congreso de los Diputados. “En Maura todo es sincrónico y armónico: la voz, la locución y el ademán, más hay en su oratoria dos características supremas, fundamentales, que son las que le hacen ser un orador insuperable. Maura domina el énfasis y el silencio, ósea las pequeñas pausas en el curso de la oración que es preciso ir distribuyendo cautamente, bien para dar solaz al ánimo del oyente, o bien, a la inversa, para encenderlo”. Astuto si era Maura, por muchas cosas, no sólo por su oratoria.

En la actualidad ha habido grandes oradores desde la tribuna de las Cortes. Ya no están en la política activa, ambos por errores de manual, como Albert Rivera o Pablo Casado. Los dos fueron buenos oradores, destacando que la mayoría de sus discursos los hacían sin leer, de memoria, con una improvisación preparada que transmitía y llegaba al ciudadano.

Permita aquí un apunte histórico. La anécdota parlamentaria viene de antiguo. Mire. En su “Vida de Cicerón”, Plutarco (nada menos) cuenta diversas anécdotas de este gran orador. Para Plutarco, el uso de frases picantes por parte de Cicerón contra sus adversarios forma parte del uso de la oratoria.

Luego el uso de este recurso depende de cada uno. Mire sino cuando María Adelaida Pedrosa, senadora del PP, le preguntó a Irene Montero, ministra de Igualdad, si no sentía vergüenza por compartir su vida y ser sumisa a un presunto machista refiriéndose a Pablo Iglesias entonces en investigación judicial (19.10.2020). Fue llamada al orden por la presidenta de la Cámara, Pilar Llop, y replicada por la ministra diciendo que “yo me acuesto en la cama con quien me da la gana”. Vaya con las dos.

Voy con la anécdota de Camilo José Cela, que no se me pase, que me pongo a contar y no paro. En una sesión de debate sobre la redacción de la que sería la Constitución española de 1978 Antonio Fontán, presidente del Senado, dijo “Cela, está dormido” (1977). A lo que este le contestó “no estoy dormido sino durmiendo”, y Fontán le replicó “¿y no es lo mismo? Y Cela le dijo – ni corto ni perezoso – “pues no, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”. Cela, que era persona leída, se inspiró en otra anécdota parlamentaria, pero adaptándola a su manera. Aquella la protagonizó Antonio Ríos Rosas, ministro con el General O´Donnell, además de jurista y gran orador. Aún así, en una sesión tórrida, le pillaron supuestamente durmiendo en su escaño. Le dijeron “Don Antonio, estaba usted dormido” y Ríos contestó “no, estaba durmiendo”. Ante la cara de sorpresa de su interlocutor, Ríos Rosas le manifestó “como tampoco es igual estar bebido que estar bebiendo”. Vaya con Cela. Genio y figura.

A veces se han comparado los largos discursos de Pedro Sánchez en el parlamento con los de Fidel Castro. Es una exageración, está claro. Por cierto, me han recomendado la lectura del libro “La vida oculta de Fidel Castro”, escrito por Juan Reinaldo Sánchez, que desvela los secretos más íntimos de este líder cubano contado por uno de sus ex guardaespaldas. Tiene pinta de descubrir cosas muy llamativas en un líder comunista.

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