¿Conoce las caras del agua?
Opinión. Pascual Rosser Limiñana
Para unos es un misterio, para otros existen debido a una superstición, para algunos no era más que un elemento decorativo. Para todos, se utilizó en las tuberías de las fachadas de casas al principio del siglo pasado y ahí siguen imperturbables al paso del tiempo.
Lo que sí son es una curiosidad. Y sabemos quién las hizo porque en muchas de ellas dejó huella la fundición que las puso, por lo que conocemos al culpable, si me permite definirlos así, como si se tratara de uno de los protagonistas del misterio de una novela policiaca. Me refiero a las caras del agua que «adornan» muchas tuberías o canalizaciones externas de las fachadas de inmuebles que fueron construidas hace casi un siglo o más.
Son esas tuberías de hierro fundido que servían como sistema de canalización de las aguas pluviales. Estas canaletas recogían el agua de lluvia impidiendo que se desplazara por las fachadas de los edificios donde estaban instaladas para evitar que causaran humedades y otros desperfectos.
También se ponían en las tuberías cara vista por donde corre el agua limpia para las duchas o las cocinas afirmando siempre que esta agua sirve para la higiene corporal y para el puchero. Y para beberla, que nos dicen los nutricionistas desde hace décadas que es bueno para la salud e imprescindible para el tránsito intestinal.
Deje que le cuente otra curiosidad sobre al agua. ¿Sabía que en España no fue potable hasta principios del siglo XX y que por eso no era recomendable beberla? Así fue, era sustituida por el vino, que saciar la sed era lo primero.
Pero permita que vuelva con las caritas del agua, de ángel, de niño, o de algo menos de adolescente. Miran hacia fuera espantando los malos espíritus. Así lo creyeron muchos y así los dejan hoy otros por si acaso, que no hacen mal a nadie. Y si es verdad, pues eso, que es una barrera para que lo malo quede fuera de la casa. Bienvenido sea a quien se le ocurrió tan buena idea. Que el hogar ha de ser el lugar apropiado para el sosiego de sus habitantes.
Le invito a que busque las caras del agua. Pero fíjese dónde pisa, no tropiece y se caiga al suelo por culpa de esta distracción. Hay muchas. Pequeñas, más grandes, redondeadas, imberbes, a mitad camino de la tubería o cerca del codo de la misma. Fíjese en las fachadas de las casas antiguas, es fácil que encuentre alguna.
En Alicante las encontrará en «El barrio», en edificios antiguos que han perdurado a la piqueta urbanística y a la ambición humana, que de todo ha de haber en la viña del señor. También en otras ciudades como Valencia o pueblos como Alcoy, El Campello o Jijona.
Por contárselo todo le diré que quien las encargaba podía elegir la carita que había que poner en la tubería, porque según el modelo le protegía más de un mal que de otro, que para gustos cada uno sabe los suyos. Y eran las fundiciones las que se empeñaban en complacer a sus clientes como la alicantina Tomás Aznar e hijos, la alcoyana José Rodes o las valencianas Vicente Ferrer Ballester o Baltasar Gens.
Ya sólo le queda fijarse, o buscarlas, seguro que alguna vez ha pasado por delante de alguna y al no mirar, no se ha dado cuenta.