A primeros de marzo de este 2022, hicimos un viaje a Galicia, a Pontevedra, y visitamos el Pazo de Lourizán.
Nos recibió D. Francisco Javier Silva-Pando que muy amablemente nos acompañó en la visita y fue explicando coloquialmente los pormenores de esta maravillosa finca pontevedresa, F. Javier es el Jefe de Departamento de Ecosistemas Forestales del Centro de Investigación Forestal de Lourizán. Durante el precioso recorrido entre árboles de gran porte y maravillosas Camelias, nos fue contando entusiasmado todos los detalles y la historia del Pazo de Lourizán.
El Pazo de Lourizán, situado entre las poblaciones de Pontevedra y Marín, alberga en su jardín una de las mejores colecciones de árboles singulares de toda Galicia, con siete ejemplares catalogados como monumentales y otros muchos que merecerían la misma consideración, así como una muestra excepcional de camelias. En definitiva, un atractivo botánico de primer orden. La lástima es que todo el conjunto, muy particularmente el palacio o antigua residencia de los propietarios, desprende un preocupante aroma a decadencia y falta de inversión.
La finca o heredad de Lourizán se encuentra en la vertiente norte de la península del Morrazo, en el término municipal de Pontevedra. Para llegar debe tomarse la antigua carretera de Marín (PO-546) y no confundirse con el cercano pueblo del que toma el nombre, situado a varios kilómetros. Desde las zonas elevadas se obtiene una vista espléndida de la ría.
El jardín botánico fue creado como tal en los años 40 del pasado siglo con el objetivo de convertirse en un espacio de ocio y al mismo tiempo servir como centro de experimentación forestal. Los orígenes de la finca, no obstante, se remontan a varios siglos atrás -la existencia como granja agrícola está documentada desde el siglo XV- y la estructura actual, con un total de 52 hectáreas, data de finales del siglo XIX, cuando fue adquirida por Eugenio Montero Ríos (1832-1914), que fuera ministro y presidente del Tribunal Supremo durante la regencia de María Cristina de Habsburgo.
Montero Ríos fue quien ordenó la construcción del palacio, que se convertiría en su residencia de verano, y también quien inició la plantación de los árboles exóticos que se pueden observar hoy en día, venidos de los cinco continentes. Se mantuvo, no obstante, una rica representación del bosque autóctono, sobre todo de castaños, robles y abedules.
El hermoso edificio, diseñado por el arquitecto Jenaro de la Fuente, cuenta en su exterior con una impresionante escalinata y varias estatuas de estilo clásico. El interior no se puede visitar. No parece que el abandono haya afectado a la estructura, pero su aspecto es lamentable, algo realmente triste si se tiene en cuenta que el palacio «fue un importante foro de reunión de las personalidades más influyentes del momento», ya que en sus salones se negoció el Tratado de París (1898), por el cual España renunció a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.
En 1946, el pazo de Lourizán pasó a ser sede de la Escuela Técnica Superior de Montes y, de hecho, además de los edificios históricos y del arboreto, la finca cuenta actualmente con diversas instalaciones para la investigación y la docencia, así como un invernadero. Están en la zona más elevada.
El árbol más famoso del jardín, situado junto a la escalinata y la entrada principal del palacio, es un enorme cedro del Líbano (Cedrus libani) plantado a finales del siglo XIX. El ejemplar, flanqueado por un conjunto de camelias y de vistosos rododendros, se bifurca desde baja altura en varias ramas muy robustas, como un candelabro. Tiene un perímetro de tronco de 5,49 metros a 1,30 m, por lo que, si no estoy equivocado, es el segundo más grueso de España después de un ejemplar que crece en los jardines de La Granja de San Ildefonso, en la provincia de Segovia.
Otro ejemplar reseñable, también incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia, es la metasecuoya (Metasequoia glyptostroboides) situada en el camino principal, a la derecha del palacio, aunque en nuestra visita nos quedamos con las ganas de verla con hojas, se trata de la metasecuoya más alta de Europa (33,2 metros) pese a tener apenas 60 años. Su perímetro de tronco es de 3,02 m.
Entre los restantes árboles catalogados destaca asimismo una robusta criptomeria (Cryptomeria japonica) plantada en 1887 y situada en los parterres más elevados, en el llamado Parque de las Rías, así como una araucaria de Norfolk (Araucaria heteorphylla) que se puede observar junto al palacio, pero en su lado izquierdo. Lourizán, con 172 taxones diferentes, es posiblemente el arboreto con más variedad de coníferas de toda España.
También hay reseñables ejemplares de sófora, secuoya roja (un ejemplar de 43 metros de alto), cerezo, boj, un roble de 200 años, un bosquete de castaños asiáticos (Castanea crenata y C. mollisima), ciprés de Lawson, al menos 150 camelias y varias especies de Asia y el Pacífico poco representadas en los jardines españoles, como Agathis australis, Callitris oblonga y Podocarpus totara.