Manuel Fuentes Revuelta.
Coordinador del Área de Urbanismo y Mantenimiento Urbano de la “Asociación Vecinal Municipio El Campello”.
Así estamos en El Campello.
Dicen que una persona acierta qué partido gobierna un municipio y cual está en la oposición, presenciando el debate y la votación de los presupuestos municipales. Desgraciadamente, eso no es posible que ocurra en el ayuntamiento de El Campello, al menos estos dos últimos años.
Es de suponer que quienes nos gobiernan deberían tener en mente un proyecto de gestión y un modelo de ciudad. En ese sentido, el presupuesto es el plan económico y financiero anual vinculado a la estrategia de ciudad formulada por el alcalde y su gobierno. Se trata de una herramienta imprescindible, clave para una buena gestión pública. Tener aprobado el presupuesto es sinónimo de planificación, programación, control y evaluación de todas las actuaciones municipales. Comprende las previsiones de ingresos y gastos que el alcalde y su gobierno propone anualmente, que les permite ejecutar obras de desarrollo local, crear empleo y brindar diversos servicios públicos, para garantizar los mayores beneficios sociales a la población. Simplificando, cumplir objetivos y prioridades con la inversión del dinero público.
El pasado pleno, celebrado el 1 de septiembre, la concejala de hacienda, Lourdes Llopis, expuso que este año 2022 no se aprobaran presupuestos, será en 2023. Lo dijo con cierta sorna, contestando a una pregunta de un concejal de la oposición.
Lo cierto es que tiene poca gracia lo dicho por la concejala, pues llevamos desde el año 2020 con presupuestos prorrogados. Esta situación está ocasionando muchos problemas a la ciudadanía por la falta de mantenimiento de ciudad, la carencia de inversiones, la dejación de gestión administrativa y el colapso de las tramitaciones de contratos de obra, bienes y servicios. El deterioro de la imagen de la ciudad en los tres últimos años es demoledor.
Por lo expuesto, es una dejadez, pero sobre todo una imprudencia no contar con unos presupuestos aprobados por tercer año consecutivo. Lo que demuestra es déficit de gestión, falta de proyecto de ciudad y la inexistencia de un gobierno digno que esté a la altura del municipio y sus gentes.
Y claro, hay que hacer un acto de fe para creer que este alcalde y su concejala de hacienda van a presentar en tiempo y forma un proyecto de presupuestos antes del 15 de octubre para ser aprobado antes de que finalice el año. Y opino así, basándome en que en mayo del próximo año hay elecciones municipales y el alcalde pensará poco oportuno dedicar su preciado tiempo a esos menesteres presupuestarios. La precampaña y posterior campaña electoral seguro tendrá prioridad para él.
A eso, debemos añadir como está la correlación de fuerzas políticas. Si el alcalde no tramitó y aprobó los presupuestos de los dos últimos años teniendo mayoría absoluta, con la suma de concejales de Ciudadanos y VOX, difícilmente lo hará ahora tras la expulsión de Ciudadanos del gobierno municipal.
Venga, haciendo un acto de fe, voy a creer a la concejala. Suponiendo que el alcalde presentara los presupuestos 2023 para su aprobación, sería bochornoso que se aprobaran con los siete votos del PP, el voto de la concejala de VOX (percibe un sobresueldo por ejercer control al gobierno, cuando sistemáticamente vota siempre a favor de lo que propone el alcalde del PP) y el voto de la concejala tránsfuga expulsada de Ciudadanos (nueva aliada del alcalde tras su toma de posesión), y al menos, la abstención de otros tres concejales (y pasar, pasa). Nueve votos a favor y tres abstenciones. Así se aprobarían los presupuestos con el voto de calidad del alcalde. Y claro, en víspera de elecciones municipales, se trata de una utopía que eso ocurra.
En definitiva, es un verdadero escándalo político estar sin presupuestos durante los tres últimos años de legislatura. Con un Plan General de Ordenación Urbana obsoleto, aprobado en 1986, haciendo un urbanismo a la carta a través de modificaciones puntuales. Sin Reglamento Orgánico Municipal. Con un portal de transparencia opaco. Teniendo el plazo de pago a proveedores con un retraso de récord. Con un lamentable estado de conservación del municipio. Con déficit de inversiones, obras y servicios. Con un alcalde sin empatía con la ciudadanía, gobernando en minoría, con actitudes antidemocráticas; procesado judicialmente, acusado de prevaricación administrativa, con la fiscalía pidiendo 13 años de inhabilitación.
Concluyendo, este gobierno es un desgobierno, carente de proyecto de ciudad y compromiso con sus habitantes.