Opinión

¿Las urracas son peligrosas?

| Radio El Campello

El blog de Pascual Rosser Limiñana

¿Las urracas son peligrosas?


urraca

Cuando enfilamos la entrada a La Serranica por su largo camino hasta la casa recibimos una inesperada y sorprendente bienvenida. Se trataba de una urraca. O quizá fueron varias, con las que nos tuvimos que acostumbrar unos y otros a lo largo de los días.

Una urraca enorme salió a nuestro encuentro. Preciosa, orgullosa, marcando el territorio, como diciendo por aquí no pasas, y si lo haces es porque yo quiero porque esto es mío. Y pasamos. Es el pájaro que más se ha acercado a la casa durante las vacaciones estivales, incluso hasta los mismos escalones del porche.

Su belleza, impresiona. También su tamaño y sus graznidos sonoros y característicos. Las urracas son territoriales, suelen ir en pareja, como estas, porque no era una sino dos, y suelen tener la misma compañera para toda la vida, ya ve, son files el uno con la otra, o a la inversa como más lo prefiera. No son peligrosas, salvo que te acerques a su nido cuando han puesto huevos. Pero estas aves y todas, especialmente las gaviotas. Se de lo que hablo.

Pregunto a Google, que todo lo sabe, si las urracas atacan a los humanos. Encuentro que una mató a un ciclista en Australia porque se acercó demasiado a su nido. Le persiguió picoteándole durante un tramo, según dijeron los testigos presenciales, provocando que ese ciclista de 76 años se estrellara contra un poste, fuera llevado al hospital sin poder hacer nada para salvar su vida. En ese continente ha habido otros ataques de urracas, como el que recibió un reportero que se disponía a retrasmitir un acontecimiento social porque – al parecer – se había acercado mucho a su nido. Son casos esporádicos y aislados, que no suelen pasar en nuestras latitudes.

En La Serranica nos han visitado este verano otras aves. Ha sido impresionante. Como las comunes tórtolas turcas. Presencié un día cómo un macho cortejaba a una hembra. Las tonterías que a veces hacen los machos para llamar la atención de su futura pareja, además de su piar característico. Estas dos tórtolas estaban subida en un cable de alta tensión. El macho hacía como un baile delante de la hembra, se acercaba, bajaba la cabeza y el pecho en un movimiento rítmico, la levantaba y volvía unos pasos para atrás. Así sucesivamente. Ella se aburrió y se fue volando hacia las copas de unos pinos y él, desilusionado, voló a las alturas de una alta palmera washingtoniana. ¿Volvió a intentarlo o buscó otra pareja?. Seguramente lo segundo, hay muchas tórtolas turcas por estos lugares.


gorrión

Pero hay más. Este año ¡han vuelto los gorriones!!. Hacía tiempo que no los veíamos, y los echábamos de menos, Y con ellos, un encantador pajarillo diminuto que vuela y se posa en tierra en grupo, se llaman mosquiteros o verdecillos. Y también hay cuervos. Y cucos. Y unos mirlos golosos que se comen los higos del huerto. Y una bubilla, con cresta y bellas alas. Y, al final del verano, golondrinas. Con ellas uno se acuerda de la famosa poesía de Gustavo Adolfo Bécquer sobre ellas.


mosquitero o verdecillo

A veces aparece sigilosamente un gato negro, no lo oímos llegar, te mira, y sigue su camino. Por la noche, sus ojos asustan. Destacan en la oscuridad. Fija la mirada y sale de caza. Es un peligro para los pájaros pequeños, forman parte de su dieta sino tiene algo mejor que echarse a la boca. Algunas noches lo hemos oído defender su territorio y pelearse con otro gato. A la mañana siguiente lo vimos cojear, pero seguía siendo el amo de su terruño.

Y este año nos ha visitado una ardilla, joven y traviesa, ha hecho estragos con las piñas de la pinada, sólo ha dejado su tronco central después de comerse los piñones. A veces también comen huevos de los nidos. Son muy difíciles de fotografiar porque son inquietas, salvo un día que el fuerte viento la tiró del árbol donde estaba y se quedó quieta en el suelo hasta que se recuperó del golpe. A través del objetivo de la cámara de fotos vi que sus ojillos mostraban el susto que se había llevado y el miedo por la caída. Pero un momento después la vimos acercarse a la casa y subir por el tronco de un robusto pino hasta perderse por las ramas de su copa.

En fin, no hemos estado aburridos con este pequeño mundo animal a nuestro alrededor durante este periodo estival.

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